El Dr. Marco Molero aclaró que las iglesias, aunque con regímenes impositivos especiales, deben registrar sus ingresos (incluyendo diezmos y donaciones) como cualquier actividad económica.
En La Mañana de Natagalá, señaló que incluso algunas congregaciones reciben contribuciones por transferencia bancaria, lo que facilita la trazabilidad. “La transparencia es obligatoria, independientemente del carácter religioso”, afirmó, destacando que muchas construcciones de templos se financian con aportes internacionales además de los feligreses.
Sobre el caso de Mauro Andión, de quién Molero es defensor, reveló que no se opondrá a la elevación a juicio pero evalúa un posible juicio abreviado. “La acusación original se ha reducido significativamente: galpones que se decían inexistentes fueron verificados”, explicó. Criticó que la prisión preventiva se decretó pese a colaboración activa con la fiscalía y anticipó que la etapa de juicio (improbable para 2025) enfrentará una acusación “anémica” centrada en desprolijidades administrativas más que en defraudación.
Molero describió el costo humano del proceso: “nadie es feliz privado de libertad, aunque las pruebas se desmoronen”. Reveló que Andión podría recuperar su libertad mediante juicio abreviado –opción que analizarán por “relación costo-beneficio”–, pero descartó resoluciones rápidas: “la Cámara recién revisará el caso hacia septiembre”. Concluyó que el sistema “se autolegitima”: una vez decretada la prisión preventiva, es difícil revertirla sin condena.
El abogado identificó como falla sistémica el principio de legalidad que obliga a investigar todo delito, generando saturación: “tenemos casos de 1997 aún sin resolver”. Contrastó con el modelo anglosajón de oportunidad procesal, donde solo se investigan casos viables. “Aquí se destinan recursos a causas spam mientras las importantes languidecen”, lamentó, atribuyendo esta dinámica a presiones mediáticas que influyen en decisiones judiciales.
El letrado propuso revolucionar el sistema con inteligencia artificial: “un algoritmo sin intereses políticos dictaría fallos puramente jurídicos”. Comparó los juicios actuales con “entrar a un cuarto oscuro” por la imprevisibilidad de criterios, y elogió los jurados populares como paso hacia decisiones más asépticas. “Soñar con justicia algorítmica no es utopía: ya superamos el miedo a los jurados”, afirmó, aunque reconoció resistencias del poder político.