En Los Toldos, una familia tambera resiste entre el agua y la herencia de tres generaciones

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Valentina Luberriaga, ingeniera agrónoma y productora del establecimiento bonaerense, contó cómo las lluvias aislaron escuelas rurales y pusieron en riesgo el trabajo de 35 trabajadores que dependen del tambo y la fábrica de quesos.

En Los Toldos, partido de General Viamonte, provincia de Buenos Aires, el agua no cede. Los caminos rurales están intransitables, los canales colapsados y los campos se convirtieron en espejos permanentes.

Allí, en medio del barro, Valentina Luberriaga intenta sostener el tambo y la fábrica de quesos que su familia levantó desde hace tres generaciones.

“Estamos en una situación muy complicada. Las lluvias de abril y mayo nos impidieron sembrar la fina, y ahora las nuevas precipitaciones frenaron la gruesa. Es desesperante”, contó en diálogo con TN.

Valentina es agrónoma y trabaja codo a codo con su familia en el Establecimiento Santa María, una empresa que da empleo a 35 familias y produce bajo la marca Los Lubes, reconocida por sus quesos artesanales.

Sin embargo, el contexto climático y la falta de mantenimiento de la infraestructura rural los tienen contra las cuerdas.

“No hay limpieza de alcantarillas, ni obras en los canales ni en las cunetas. Desde hace tres años que venimos reclamando, pero no hay respuestas del municipio ni de la provincia”, lamentó.

Vista aérea de Los Toldos. El agua cubre gran parte de los campos y transforma la zona en un paisaje de lagunas, “reflejo del abandono de los canales y caminos rurales”. (Video: Valentina Luberriaga).

En la zona de Los Toldos y Carlos Casares muchos productores quedaron aislados

Algunos deben trasladarse en tractores o incluso en botes para llegar a los puestos o al tambo. Las escuelas rurales también están afectadas.

“Hay docentes que quedaron varados, y chicos que no pueden ir a clases. La situación social es muy complicada, porque detrás del campo hay familias enteras que dependen de la actividad”, explicó Valentina.

En el establecimiento, el trabajo nunca se detuvo. Cada día, el equipo alimenta a las vacas con mixer para que no tengan que desplazarse sobre el barro.

Pero el panorama es crítico. “Estamos viviendo de las reservas del año pasado. Venimos de años de seca y los recursos se agotaron. Si siguen las lluvias, el año que viene vamos a estar muy complicados”, advirtió.

El agua llegó a cubrir el 60% de las hectáreas productivas, lo que significó la pérdida de gran parte de la siembra. “De 300 hectáreas previstas para la fina, pudimos hacer solo 50. El resto quedó bajo el agua. Es angustiante”, resumió.

La fábrica de Quesos Los Lube mantiene viva una tradición de tres generaciones. La receta original fue traída desde Holanda por la abuela Juana Doeswijk en 1964. (Foto: Valentina Luberriaga ).
La fábrica de Quesos Los Lube mantiene viva una tradición de tres generaciones. La receta original fue traída desde Holanda por la abuela Juana Doeswijk en 1964. (Foto: Valentina Luberriaga ).

A la falta de obras, se suma el desánimo de sentir que el esfuerzo familiar no alcanza. “Mi papá tiene 63 años y ya vivió varias inundaciones. Siente tristeza porque esto podría haberse evitado con mantenimiento y planificación. Es un abandono total del Estado”, afirmó Valentina.

Juana María Doeswijk junto a parte de la familia Luberriaga. (Foto: Valentina Luberriaga).
Juana María Doeswijk junto a parte de la familia Luberriaga. (Foto: Valentina Luberriaga).

La historia comenzó con su abuela holandesa que llegó al país en los años 60

Pero detrás de esa angustia también hay historia. La abuela de Valentina, Juana María Doeswijk, llegó desde Holanda en los años 60 y se casó con un vasco argentino. Juntos fundaron el establecimiento y trajeron consigo una receta de quesos que todavía hoy se conserva.

“Nuestra Oma tiene 96 años. De sus manos nació el sabor que sigue vivo en cada queso que hacemos. Las modas pasan, pero las raíces y la tradición se quedan para siempre”, explicó Valentina.

Esa herencia, que empezó con una receta artesanal y se convirtió en un proyecto de vida, hoy enfrenta la incertidumbre del agua y el silencio de las autoridades.

“Hasta hace dos semanas no sabíamos si íbamos a poder seguir. El camión del queso no podía salir y el tambo estaba aislado. Damos trabajo a 35 familias y todo lo que ganamos lo reinvertimos. Pero así es muy difícil”, expresó.

Escuelas rurales aisladas por el avance del agua. Docentes y alumnos atraviesan enormes dificultades para llegar a las aulas en la zona de Los Toldos y Carlos Casares. (Video: Valentina Luberriaga).

Las nuevas lluvias podrían volver a complicar el acceso y la producción.

En ese contexto, la familia Luberriaga se aferra a la fuerza de sus raíces y a la esperanza de que las obras lleguen antes de que sea tarde.

“Esto no se soluciona con parches, se necesita un trabajo a largo plazo. Porque el agua se va, pero el abandono queda”, concluyó.

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