Un joven de California transformó su vida y sorprendió al mundo con una disciplina poco convencional y una rutina de entrenamiento fuera de lo común
El apodado ‘rey del hot dog’,Joey Chestnut logró superar su propio récord en Coney Island. Frente a miles de personas, consolidó su regreso al Nathan’s Famous International Hot Dog Eating Contest al engullir 70 y medio hot dogs en diez minutos y extender a 17 su récord de títulos, tras un año de ausencia forzada por conflictos contractuales.
Bajo el sol de Brooklyn, la diferencia que impuso fue descomunal: devoró 24 más que su más cercano perseguidor, dejando claro que su reinado sigue vigente, según la cobertura de CNN.
El trayecto de Joey Chestnut en el circuito de la comida competitiva

Todo comenzó en los suburbios de Vallejo, California, con un joven que, según relata Vocal Media, ya desde niño mostraba un apetito fuera de lo común.
Fue su entorno familiar el que, en tono de broma, dio el primer paso: su hermano menor lo inscribió en un concurso local aprovechando la costumbre de Joey de arrasar la cena familiar cada vez que regresaba de la universidad.
Ese primer desafío informal dio paso rápidamente a un debut en la competencia formal: la ingestión de tartas en una feria local y, sobre todo, la mítica hazaña en 2005 en el Festival Mundial de Espárragos Fritos de Stockton, donde consumió más de seis kilos en poco más de once minutos, según People.

Con el antecedente de ese triunfo, Joey se ganó un lugar como novato en el famoso Nathan’s Hot Dog Eating Contest ese mismo año, aún como estudiante de la Universidad Estatal de San José.
Clasificó y sorprendió en su debut, devorando 32 panchos y ubicándose tercero, detrás de gigantes del circuito como Sonya Thomas y el invencible japonés Takeru Kobayashi, quien reinaba desde hacía seis temporadas, según información US Magazine.

En 2007, Chestnut logró lo que nadie esperaba: destronó a Kobayashi en un duelo que marcó época al comer 66 panchos y batir el récord mundial. Con ese resultado, su nombre pasó al centro de la escena, acumulando apariciones en televisión, propuestas publicitarias y el respeto de sus pares.
Según CNN, los años siguientes consolidaron su supremacía, encadenando ocho victorias consecutivas desde 2007 y ampliando su récord personal hasta alcanzar las 76 piezas en diez minutos en 2021, momento en el cual estableció una marca que aún se mantiene vigente.

Más allá de los hot dogs, Chestnut probó su capacidad en decenas de disciplinas alimenticias, batiendo récords en categorías tan disímiles como cheesesteaks, donuts, tartas de cereza, hamburguesas y camarón.
El recuento oficial supera medio centenar de récords mundiales, destaca Biography, en desafíos que han incluido desde devorar 121 twinkies en seis minutos hasta terminar 8.5 kilos de cóctel de camarón en ocho minutos en Indianápolis.
Un cambio de vida

La vida profesional de Chestnut dio un vuelco definitivo en 2010, cuando dejó su trabajo como gerente de obra y construcción en el norte de California para dedicarse tiempo completo al circuito de competencias.
Esta decisión no fue automática, porque tradujo inseguridades familiares y personales, como relató a People. Su madre, preocupada por temas de salud y estabilidad financiera, necesitó convencerse de que ese camino insólito podía convertirse en un negocio legítimo.
Chestnut pronto lo justificaría: solo en 2022 superó el medio millón de dólares en ingresos, acumulando un patrimonio estimado de más de cuatro millones, según NBC New York

Las ganancias provienen tanto de los premios, el campeonato de Nathan’s otorga 10.000 dólares al primer lugar, como de una activa política de sponsors y acuerdos comerciales.
Según Business Insiders, el método y la disciplina forman parte del mito. Cada temporada de competencia, Chestnut reduce su dieta tras las fiestas decembrinas y comienza a entrenar con prácticas semanales que incluyen simulacros con luces y música para replicar el estrés del evento real.
Entrenamiento de Joey Chestnut previo a la competencia
El proceso exige una preparación física formal, con sesiones de running y yoga dos a tres veces por semana, además de un intenso trabajo de fortalecimiento en la mandíbula y la garganta.
Antes de cada ensayo o competición, realiza una limpieza rígida de dos días a base de agua y limón, proceso que repite antes del torneo oficial. Con cada práctica, analiza resultados, ajusta técnicas de masticación y traga, y lleva un registro meticuloso de su dieta diaria, detalla Business Insider.

Las consecuencias físicas tras un evento de esta magnitud son notorias: cansancio extremo, sudoración intensa y hasta alteraciones en el olor corporal que, según propios y terceros, pueden evocar la esencia de los alimentos consumidos en masa.
Según People, tras cada prueba, necesita uno o dos días de recuperación, donde prioriza vegetales y café para restablecer la función digestiva y posteriormente retorna a la rutina de entrenamiento.
La familia de Joey Chestnut, un pilar fundamental en su vida
El entorno familiar, según declaraciones a GQ, siempre lo apoyó en los aspectos vitales, aunque se mostró reticente a que Joey trasladara sus hábitos competitivos a la mesa en fechas señaladas como Acción de Gracias.
Formó parte de una familia numerosa de espíritu liberal, donde el mérito principal era evitar dificultades y concluir los estudios universitarios, lo que Chestnut logró antes de entregarse de lleno al circuito gastronómico.